La escritora uruguaya Marosa di Giorgio describe, de un modo exquisito y delicado, el encanto de lo erótico que le despierta su jardín: “Las margaritas doradas y plateadas quemaron todo el jardín. Su penetrante perfume a uva nos inundó, el penetrante perfume a uva, a higo, a miel de las margaritas quemó toda la casa. Por ellas nos volvíamos audaces, como locos, como ebrios e íbamos a través de la noche, del alba, de la mañana, por el día cometiendo el más hermoso de los pecados, sin cesar”. 

Hemos tenido por demasiado tiempo asociado el cuerpo y lo erótico con la tentación, el pecado y la condenación. Eso ha dañado de alguna manera nuestra percepción, nos ha anestesiado, levantando un manto de miedo y desconfianza sobre nuestros sentidos y deseos. Este taller quiere ayudar a despercudirse de todo moralismo que exilie el cuerpo y el placer. Su objetivo es reconocer lo erótico como un camino espiritual. Cosas y personas generan atracción sobre nosotros. Dios mismo, que se revela y se esconde, nos seduce de modos misteriosos y sensibles. Dios, las cosas y las personas son capaces de llevarnos por el camino de exceso y la transgresión y de esa manera nos abren a una energía vital y espiritual que quizá no habíamos calibrado suficientemente. Vale la pena, sin miedo, dejarse seducir. Aunque, como dice Marosa, terminemos inundados o quemados, como locos, como ebrios.